Puede resultar doloroso descubrir que las personas no son quienes queremos que sean.
La pequeña hija de mi amigo estaba en un estado de absoluta devastación. Quería desesperadamente llevarse su coche de juguete al baño. Pero –y esto es clave– ella igualmente desesperadamente no quería que su auto de juguete se mojara. No había manera de conseguir lo que quería y se vio obligada a aceptar la realidad inquebrantable: el agua no está seca. Le dolió y ella gimió.
Puedo relacionar que ha habido momentos, principalmente al darme cuenta de que mi esposa no hará, dirá o sentirá lo que yo quiero que haga, diga o sienta, en los que he querido llorar, como esa niña. He tenido que reconocer –una y otra vez– que ella es quien es y no quien quiero que sea.
Puede ser muy doloroso descubrir que el universo es como es y no como queremos que sea, que otras personas son quienes son y no quienes queremos que sean. La persona que gruñe a tu lado en el gimnasio, tu pareja, tu colega, tu hijo, tu madre: cada uno tiene su propia naturaleza inherente que no cambiará para encajar perfectamente dentro de las líneas que les has trazado en tu mente.
Cuando lo escuchas así, “el agua no está seca” casi suena como un aforismo religioso, y su significado resuena más allá de una simple descripción del H2O. Se convierte en un ladrillo esencial en nuestro esfuerzo por construir una vida mejor. Porque, si aún no has reconocido este hecho, es posible que inconscientemente estés asumiendo que, si te esfuerzas lo suficiente, puedes hacer agua con la consistencia que quieras. Es posible que se esté agotando hasta el punto de tener mala salud para completar una lista increíblemente larga de tareas pendientes en el trabajo. Es posible que esté tratando diligentemente de complacer a sus padres para recibir de ellos un amor que no tienen la capacidad de dar. Es posible que esté buscando convertir o empujar a su pareja para que sea más ambiciosa, ya sea mediante manipulación sutil, soborno o dominación.
Sólo cuando entendemos las diferencias fundamentales entre nosotros podemos encontrarnos como individuos separados con nuestros propios pensamientos, sentimientos y carácter. Esto es esencial para formar relaciones significativas con respeto y dignidad como esencia, en lugar de control.
Puede parecer derrotista decir que el mundo es como es, pero en verdad es una liberación. Porque reconocer la realidad que tenemos delante no significa necesariamente tolerarla; significa verlo con claridad y responder en libertad.
Si eres capaz de reconocer y luego renunciar al deseo de darle forma a tu agua/universo/trabajo/interés amoroso para que encaje en un agujero preciso en el rompecabezas de tu mente, entonces eres libre de tomar tus propias decisiones una vez que los lamentos hayan pasado su curso. A su vez, sus intereses amorosos (y mi esposo) son libres de crecer y desarrollarse a su manera, en lugar de convertirse en nuestros muñecos.
Puedes decirte a ti mismo: Tengo un trabajo imposible que no puedo hacer bien en el tiempo que me pagan por hacerlo y mi jefe no me escucha, así que intentaré conseguir otro trabajo o elegiré dedicar más tiempo. De mi tiempo dedicado a mi trabajo del que me pagan por hacerlo. Tú puedes decidir: mi pareja es como es, así que lo voy a dejar. O podrías decidir: mi pareja es como es, así que veré qué amor puede crecer alrededor y a través de estas dificultades y diferencias. Podrás elegir si prefieres tener un coche de juguete mojado, o uno seco con el que puedas jugar antes y después del baño. Puedes elegir construir una vida mejor, una que no esté estancada porque estás invirtiendo toda tu energía en fingir que vives en una realidad que prefieres, en lugar de aquella en la que estás viviendo.
Cuando una persona realmente puede ver que el agua no está seca, no solo construye una vida mejor para sí misma, sino que también puede inspirar al resto de nosotros a llevar una vida mejor.